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Valentino (X) Science Fiction (X)

       
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La Serie V

By: Valentino

Siendo niño viajé mucho por toda América, y a decir verdad no sabría explicar el porqué de este privilegio, salvo que la mayoría de veces solía figurar como “invitado” en tales travesías. Fui, para no traicionar mi educación norteamericana, el centro de las “situaciones”, aunque realmente nunca deseé que fuera así. Debo reconocer que tuve la buena fortuna de haber estudiado en un colegio donde los estudiantes extranjeros predominábamos y eso influyó bastante en que me convirtiera en cosmopolita. Pero no quiero hablar sobre ello, sino de lo que me ocurrió en un viaje de estos. Y hoy que me cargan los años y una responsabilidad que todavía no encuentro, empiezo a verlo más nítidamente aunque sigo sin comprender. Recuerdo que iba en escala hacia el aeropuerto de Miami, desde donde partiría finalmente a la ciudad de Raleigh, por invitación de un compañero de colegio muy querido mío llamado Jean Pierre (y de su hermano François, el hijo eterno de la Madraza, como exclamaba a escondidas su madre), un muchachito de raza negra cuyo máximo sueño consistía en llegar a convertirse en diseñador de automóviles (por cierto, de aquí en adela...

-Tiene forma de cigarro –decía una. -Es enorme –argumentaba la otra. -Esa nave, o lo que sea, según mi cálculo, tiene el tamaño de una pequeña ciudad –agregó otro que dijo ser ingeniero civil-. Es una construcción imposible para que sea el producto de nuestra tecnología actual. -Jamás lo hubiera creído a no ser que lo haya visto con mis propios ojos –verberó una más cayendo al piso con las manos juntas-. Y ahora que lo veo, se siente como una experiencia religiosa. -Von Daniken tenía razón –dijo otra. -Eh, tú niño –dijo de presto la que estaba arrodillada-. Ven acá –y se levantó para halarme de una mano, la que le extendí en el acto y sin demora; el hombre de sombrero quiso oponerse, sacó su navaja, pero la mujer con los ojos saltados le dio una bofetada-. ¿Eres su padre? ¿No? Somos la Hermandad –bufó la señora con movimientos rápidos de cabeza, tal si estuviera convulsionando, dirigiéndose a él-. Has fallado –y alzándome en medio del gentío-, y hete aquí que tú has sido examinado y no se te ha hallado error. -¡Pero señora! –le gritó una joven muy bonita-. ¿Qué le pasa, está loca? ¡Suéltelo! Ven acá, niño. No le ha...

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Cyber : La Génesis: Science Fiction and Robotics

By: Valentino

El eco de las balas resonaba en las paredes de la cueva.–¿Sabe qué, profesor? ¡Vea qué triste ironía! Hoy me doy cuenta de que no sénada de la vida. Soy un completo ignorante de las cosas, a pesar de que me es-forcé siempre por encontrar la verdad de las mismas. No sé si usted alguna vezsintió y pensó lo mismo que yo, profesor, no lo sé, pero qué sensación más frus-trante la que se siente. Sí, y estoy llorando, profesor…, sí, así como usted me lorecomendó una vez…, cuando todavía vivía… Se alivia tanto la pena…»Y tú, Hasán… hermano… No sabes cuánto desearía unirme a tu dios. «Dios yyo somos uno en un mismo pueblo». ¡Oh, qué bello! Tú estás muerto, Hasán, ysin embargo, has muerto sin temores ni dudas, creyendo fielmente que Dios terecibirá cordialmente en su seno, como una parte suelta que vuelve a su Esen-cia. En cambio yo no espero más que Juicio a futuro, donde juzgarán cada una de mis acciones con lupa… ¡Y sólo Dios sabe si merezco vivir en los Cielos oquemarme eternamente, en una continuación de esta pena, en el Infierno!».Los disparos cesaron; luego otro estertor. El agujero se ensanchaba.–¡Escúchame, yanqui estúpido, lee...

Hasán se contuvo. Humo y fuego podían observarse más allá del pasaje; supuseque los mercenarios no podrían encontrarnos, pues por sus gritos de algarabía,pensé que quizá celebraban el reparto de algún botín. Vi a Hasán adelantarsehacia la fisura.–¡Espera, Hasán! –le susurré agitado. Éste, dubitativo, se detuvo–. No temas. Yperdóname lo que te voy a decir, ya que contraviene tus creencias: nosotros notememos a las maldiciones. Tememos, eso sí, a las malas acciones de los hom- bres de carne y hueso, antes que a las fuerzas sobrenaturales, si es que existenen este orden natural del Universo. Espero que sepas comprender lo que te es-toy diciendo. No me lo tomes a mal.Hasán tenía la cabeza inclinada hacia el frente, como aturdido.–Mi querido Basilio –irrumpió el profesor–, ahora que recuerdo los estudios deCeram, en este lugar Layard descubrió el castillo de Asurnasirpal II, el monarcaque gobernó la Mesopotamia desde el año 884 al 859 antes de la era común, yque se identificaba a sí mismo como descendiente directo del Nemrod bíblico.Eso dio comienzo a la leyenda de Mosul sobre la supuesta edificación de la To-rre de Babel en este sitio, ...

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La bestia del Baical : La Odisea Rusa (escrito en grafía moderna), Volume 1

By: Valentino

–Señores: bienvenidos. Dejaré a un lado los formalismos i expondré sin tapujos el objetivo de nuestra misión: desvelar el misterio ce rodea las desapariziones de barcos en el lago Baical, situado al sur de la Siberia. Ese será el objeto de nuestra tarea, i estos son los motivos ce nos mueven a realizarla: El Baical, cuya riceza ecolójica es extraordinaria, es, además, una de las mayores fuentes jeneradoras de riceza económica de la rejión. Desgraziadamente, en los últimos dos años, una serie de naufrajios, inexplicables, an azotado a las embarcaziones comerziales ce lo navegan, auyentando a los comerziantes, industriales e inversores, provocando con ello una depresión finanziera local ce tiene aflijido al Gobierno ruso, cien ve con tristeza un declive terrible en la captazión d´impuestos. Estando las cosas así, el Gobierno, por medio de l´Armada, a contratado los servizios de la Soziedad d´Investigaziones Marinas, para ce´l misterio sea desvelado d´una vez por todas. Todos asentimos, en verdad agradezidos por las juiziosas palabras de Xernov. »Se nos ´asignado un fondo estatal para ejecutar dixas investigaziones. I lo primero ce se...

–Bruno, vení, azercáte. Observá el radar uno. ¿Ves esos otros puntos allá, en el fondo, zerca de las formaziones de granito? ¿Los ves? Creo ce son restos de embarcaziones… –¡Eureca, Bruno! ¡Es un zementerio marino! «Bruno», escuxé por el audífono, «Soy Xernov. No entrés a la fisura. Volvéte. El sonar me indica ce una gran masa se azerca a ustedes. Esto no me gusta. ¡Esperá! El SAR me dize c´esa cosa empieza ´azender del fondo abisal. Va´zia a ustedes. ¡Lárgense d´allí en este momento, Bruno! ¡Es una orden!». «Vamos, Xernov», le contesté, «No es más ce una roca. Nosotros ya emos detectado sus movimientos por medio del sonar dos. D´exo, ya la estoi apuntando con los reflectores. No te preocupés, ombre, dejános investigar, ce ací todo marxa bien. Por zierto, dezíles a los de l´Armada ce vayan aflojando la xecera. Emos encontrado un zementerio d´embarcaziones. No tardáremos en localizar al Seejund». Segía apuntando perpendicularmente. ¡No se ve nada, Dimitri! ¡La gran roca se azerca, Bruno! ¡A zien metros! ¡Apuntá, apuntá más abajo! ¡Segí apuntando con los reflectores! Saca aora la cabina autónoma de la nave para captar mejor la imajen....

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Bruma

By: Valentino

El dolor no cesaba de martirizarme y otra vez volvió a mí el recuerdo de Míster Hastings. Con gran asombro, descubrí al Bombón Playero encallado cerca del aeropuerto de Roatán, isla abajo. Subí por la proa enterrada en la arena y examiné cada uno de sus rincones. No había rastro de Míster Hastings. Ya en la cabina, pude dar con la bitácora del barco. «Hace treinta años que cerca de estas aguas perdí a mi amigo Narciso Way en las fauces del Gran Segueta», estaba anotado. «Y desde entonces la Niebla no ha cesado de perseguirme». Esto me pareció excesivo: ¿acaso había muerto yo? Seguí dándole vueltas a las hojas; cogí otro diario. «Los ataques de bruma se han incrementado. Gran parte de los marineros han reportado una gran actividad lumínica en los cielos. Bolas de luz que parecen moverse fluidamente en el espacio como si fueran células dentro de citoplasma u otras que simulan bailar en un concierto terrorífico de apariciones espontaneas no renuncian a manifestarse en el firmamento. »Y luego aquellos temblores de tierra que no hacen más que provocar maremotos. Hace un mes se perdió una aldea entera en las costas de Yuca...

El dolor no cesaba de martirizarme y otra vez volvió a mí el recuerdo de Míster Hastings. Con gran asombro, descubrí al Bombón Playero encallado cerca del aeropuerto de Roatán, isla abajo. Subí por la proa enterrada en la arena y examiné cada uno de sus rincones. No había rastro de Míster Hastings. Ya en la cabina, pude dar con la bitácora del barco. «Hace treinta años que cerca de estas aguas perdí a mi amigo Narciso Way en las fauces del Gran Segueta», estaba anotado. «Y desde entonces la Niebla no ha cesado de perseguirme». Esto me pareció excesivo: ¿acaso había muerto yo? Seguí dándole vueltas a las hojas; cogí otro diario. «Los ataques de bruma se han incrementado. Gran parte de los marineros han reportado una gran actividad lumínica en los cielos. Bolas de luz que parecen moverse fluidamente en el espacio como si fueran células dentro de citoplasma u otras que simulan bailar en un concierto terrorífico de apariciones espontaneas no renuncian a manifestarse en el firmamento. »Y luego aquellos temblores de tierra que no hacen más que provocar maremotos. Hace un mes se perdió una aldea entera en las costas de Yuca...

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